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RAMÓN DÁVILA DÍAZ.

Ramón Dávila Díaz Alcalde de Paterna de Rivera (1931-1936).

José Luis Gutiérrez Molina.

En 1936 Paterna era un municipio con una mayoritaria población jornalera y, como sigue siéndolo hoy, un escaso término municipal1. Unas circunstancias a las que se añadía la de la estructura latifundista de la comarca. Sus vecinos debían buscar trabajo en los municipios cercanos. Una faena escasa y concentrada en determinados meses del año, cuando la siembra y la cosecha. Así pues, sus ingresos debían completarlos con otras actividades como el carboneo, la caza y la venta de productos silvestres como espárragos o tagarninas. Un débil equilibrio que se rompía fácilmente por cualquier alteración como las sequías o unas lluvias demasiado continuas o fuertes. La situación resultante era que una gran parte de sus habitantes vivía en la miseria, mal alimentados y vestidos, sin instrucción y, siempre, expuestos a enfermedades como las fiebres palúdicas provenientes del cercano pantano de Guadalcacín

A mediados de marzo de 1931 se procedió a fijar el número de concejales que le corresponderían al nuevo ayuntamiento de Paterna en las elecciones que se iban a celebrar el 12 de abril. Resultaron ser once. Ese día nadie imaginaba que se estaba a las puertas de un convulso cambio que iba a cuestionar las bases del sistema caciquil hasta entonces imperante en la política y sociedad española. En esta población gaditana todo parecía estar atado y bien atado. Hasta el punto de que ni siquiera iba a ser necesaria la molestia de instalar las urnas, organizar la votación de los 694 electores posibles y efectuar el recuento. En virtud al artículo 29 de la ley electoral aprobada en 1907, en el caso de que el número de concejales a elegir no superara a los candidatos presentados, éstos serían automáticamente nombrados. Así sucedía y así les fueron otorgados los puestos el 5 de abril. 

Pero el 15, cuando los concejales electos tomaron posesión, muchas cosas habían cambiado2. El rey Alfonso XIII había abandonado el país y se había proclamado la Segunda República. En el salón de plenos, abarrotado de expectantes vecinos, el secretario leyó dos telegramas del Gobernador Civil. El primero comunicaba el cambio de régimen. A continuación se retiró el retrato del rey. El segundo ordenaba que se procediera a la toma de posesión de los electos. Así se hizo, tras lo cual se nombró alcalde por unanimidad a Gabriel Romero Cózar. Sin embargo, unos días después, el 23, se recibió una nueva comunicación gubernativa en la que se informaba que el ayuntamiento iba a ser sustituido por una comisión gestora que regiría el pueblo hasta la celebración de nuevas elecciones. El ayuntamiento paternero era uno de los considerados como burgo podrido. Aquellos en los que el caciquismo había impedido la vida electoral. 

El 31 de mayo se celebraron las elecciones que supuso la entrada de un grupo de vecinos completamente nuevo en las tareas municipales. Fue un auténtico vuelco en la vida administrativa local. Que el Ayuntamiento estuviera controlado por los republicanos progresistas, de procedencia campesina y artesana, era una significativa pérdida de rentas políticas y sociales para terratenientes y conservadores. Con el nuevo régimen llegaban nuevas personas y, eso se esperaba, nuevas formas de afrontar los problemas del país, tanto los generales como los particulares de los paterneros. Si grandes eran los primeros no mucho menores eran los de los segundos. Dos personas destacaban entre los nuevos ediles: Francisco Coca Santos y Ramón Dávila Díaz. Los dos intentaron llevar a cabo, a través del poder municipal, las medidas reformistas republicanas3.

Ramón Vicente Dávila Díaz había nacido en Paterna a las nueve de la mañana del 19 de julio de 1882. Era hijo de Ramón Dávila del Arco, comerciante, y María Díaz Vergara, viuda y dedicada a las labores de la casa. En 1931 era un zapatero de 49 años, casado desde 1905 con Justa Barrios Saavedra y padre de seis hijos: Ramón, Juan, Diego, Antonio, Carmen y María del Carmen4. Persona humilde y vivir modesto tenía instalado el taller en su propia casa. La mayor parte de su vida la pasó en Paterna salvo algún periodo en que residió en Casas Viejas, trabajando en una cooperativa. También, al igual que otras decenas de miles de españoles del momento, emigró a la Argentina en algún momento de su juventud. 

Como en muchos casos de estas nuevas personalidades políticas y sindicales locales poco o nada conocemos hoy de su formación ideológica y del papel que tenía en la sociedad paternera anterior a la proclamación de la Segunda República. Desconocemos si su militancia republicana era antigua o si fue uno de los millones de españoles convencidos durante la Dictadura de Primo de Rivera de que la modernización del país pasaba por el cambio del régimen monárquico por otro republicano. Quizás adoptara sus ideas en el transcurso de estos viajes en un contexto de convulsas transformaciones y efervescencias políticas. El caso es que, tanto Dávila como Coca, protagonizarían, desde posiciones progresistas, la vida municipal y política de Paterna de los años siguientes. Salvo el periodo de suspensión municipal decretada por el gobierno de Alejandro Lerroux entre octubre de 1934 y febrero de 1936. 

Consecuencia de la falta de informaciones anteriores es que no sabemos la militancia exacta de ambos en los albores de la Segunda República. Ni de Coca, el primer alcalde republicano, ni de Dávila, el último. Ambos estarían entre los fundadores de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, en 19345. Por lo que podemos suponer su militancia en el radical socialismo o en el partido Acción Republicana también creado por Azaña. De hecho conocemos una colaboración suya en la revista Acción Republicana, el vocero gaditano del partido azañista, en agosto de 19326. Para entonces ya era alcalde. Coca apenas había permanecido en el cargo un año. Problemas personales, que parecen ocultar otros públicos, le habían llevado, primero, a presentar su dimisión y, después, al no serle aceptada, a solicitar una licencia de medio año. Así, el 2 de mayo Dávila ocupó por primera vez, de las cuatro que lo hizo, la alcaldía. Permaneció en ella hasta el 30 de septiembre7.

El artículo, titulado “Los problemas de Paterna de Rivera”, era su participación en la encuesta promovida por la revista entre los ayuntamientos de la provincia para revisar los principales problemas que les acuciaban. Dávila puso de manifiesto las urgencias de carácter económico y político de su localidad. Las primeras las consideraba solucionables y para los segundos esperaba una intervención más decidida de las autoridades provinciales y nacionales para eliminar los “restos de la antigua política”. Una actuación que, pensaba, superaba las competencias municipales. Además creía que eran necesarias una serie de obras que, no sólo ayudaría a paliar el problema del paro, sino también para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Urgente era el abastecimiento de agua potable del que carecían, el inicio de las obras del tramo de la carretera Puerto Real-Algeciras y la construcción de un nuevo grupo escolar que sustituyera y ampliara las viejas escuelas. Tres cuestiones que no obtendrían solución de la administración republicana y que terminó haciendo suyas, en lo que respecta al abastecimiento de aguas, la fundación del filántropo multimillonario Elías Ahuja8.

A pesar del optimismo de Dávila, reducir la cada vez más grave crisis de trabajo en el pueblo no era tarea fácil. Junto a la resistencia de los propietarios a aceptar las leyes sociales y laborales reformistas, el ayuntamiento paternero se encontró con las limitaciones que le impuso la propia legislación. Por ejemplo la ley de Términos Municipales que impedía que los obreros de un municipio pudieran trabajar en otro mientras que hubiera parados de éste. Una medida que, con un término municipal raquítico, privaba a los paterneros de trabajar en los cortijos jerezanos donde, tradicionalmente, lo habían hecho. Las gestiones de Coca y Dávila durante el tiempo en que fueron alcaldes ante su homónimo jerezano fueron constantes y no siempre consiguieron que se cumpliera la “intermunicipalidad”, anexión de Paterna a Jerez, para esta cuestión, que solucionaba teóricamente el problema9

Además, este primer periodo de Ramón Dávila como alcalde estuvo marcado por la consolidación del cambio de régimen en el aspecto político. Realizó diversas manifestaciones de afirmación republicana y su vocación de primar el laicismo, una de sus señas de identidad. La más significativa la realizó el 12 de agosto cuando, reunido en pleno, el ayuntamiento acordó condenar la intentona golpista encabezada por el general Sanjurjo10. No era una cuestión vana puesto que los golpistas habían controlado durante horas la vecina Jerez de la Frontera y algunos de los civiles implicados, terratenientes de la campiña gaditana, habían estado presentes en la vida del municipio. 

La reincorporación de Francisco Coca en septiembre no terminó por estabilizar el ayuntamiento. Dos meses más tarde reiteró su voluntad de dimitir. En esta ocasión Dávila votó a favor de aceptársela y presentó su propia candidatura. Ninguna de las dos propuestas fue apoyada por el resto de ediles. Algún tipo de diferencias debían existir entre ambos porque unas semanas más tarde, en enero de 1933, tras los sucesos de la vecina Casas Viejas, el gobernador civil ordenó la sustitución de Coca por Dávila. Este, en un primer momento, condicionó su aceptación a una entrevista personal con Pozo [Pedro del Pozo Rodríguez, Gobernador Civil, del 07/12/1932 al 19/03/1933]. ¿Cuáles eran las razones que motivaron el cambio? No las conocemos, quizás fueron los mismos problemas que dividían a los diputados que apoyaban al gobierno de Azaña y que pueden sintetizarse en la lentitud y falta de concreción de las reformas, en especial la agraria, anunciadas y las repercusiones de la matanza ocurrida en Casas Viejas. 

En cualquier caso Dávila terminó ocupando la alcaldía durante un año, hasta el 5 de enero de 1934. En esa fecha fue sustituido por Juan Colón Gordillo quien apenas duró cinco meses antes de dimitir por “ser pobre”. Su sucesor, Antonio Traverso, ocuparía el puesto hasta octubre cuando, tras los sucesos revolucionarios de Cataluña y Asturias y los conatos ocurridos en la provincia, como en el entonces Prado Libre [Prado del Rey], la autoridad gubernativa provincial decidió la disolución del ayuntamiento paternero y su sustitución por una comisión gestora encabezada por Manuel Barroso Benítez

La calamitosa situación de la localidad determinó este segundo mandato de Dávila11. Por un lado aplicó –e intentó cobrar a los morosos- el impuesto sobre fincas urbanas e industrias acordado para paliar la “terrible y aguda” crisis de trabajo. De otro procedió a los tradicionales repartos de pan o dinero y a “alojar” a trabajadores –exigir su empleo para determinadas tareas consideradas esenciales- aunque los propietarios se opusieran. Viejos métodos a los que tuvo que recurrir cuando los nuevos todavía no se habían puesto en marcha. Dávila en persona, junto a los concejales, se personó en los cortijos para hacer cumplir estas medidas que frecuentemente encontraron la negativa patronal a llevarlas a cabo. 

Unas disposiciones que apenas paliaban el problema. Mientras, otras de mayor alcance, como la recuperación de la Dehesa Comunal, anexionada al término de Alcalá de los Gazules, o la disposición de una más eficaz política de obras públicas no llegaban a concretizarse. Este fue el caso de la puesta en marcha de las explotaciones colectivas previstas por la legislación. Dávila gestionó el asentamiento de unas sesenta familias en la finca de “La Parrilla” y de otro medio centenar en las de “Entrechuelos” y “Torrecera”. Además de la expropiación de otras como “Las Vegas” y “Los Arquillos”. 

De todas formas, aún pensando en la venta o hipoteca de los escasos bienes municipales que poseía, el ayuntamiento paternero contribuyó con 75 pesetas a la suscripción nacional pro-víctimas de Casas Viejas iniciada por el de Medina Sidonia a la vez que felicitaba a la dotación del puesto de la Guardia Civil por su actitud durante los sucesos. Precisamente, tras lo ocurrido en la vecina aldea, la presión de la oposición del Partido Radical de Alejandro Lerroux se hizo sentir en el municipio. Sus concejales, a imitación de lo que ocurría en el congreso de los diputados, practicaron un obstruccionismo que impidió adoptar determinados acuerdos y, tras la victoria en las elecciones de noviembre, provocaron la dimisión de Dávila quien ya había amagado en diversas ocasiones con abandonar el puesto. Apenas una veintena de votos, de los 235 vecinos que lo hicieron, fueron a parar a los candidatos de los partidos radical socialista, de Acción Republicana o del socialista. Ahora sí, Dávila abandonó la alcaldía el 5 de enero de 1934 en protesta por la actitud del “elemento radical”12. Fue sustituido primero por Juan Colón Gordillo y después, apenas un mes más tarde, por Manuel Benítez Torres

Fuera del gobierno municipal, en la primavera de 1934 se constituyó Izquierda Republicana, el partido impulsado por Manuel Azaña que, bajo la dirección de Coca y Dávila, formó la minoría del ayuntamiento paternero. En pocas semanas las tornas cambiaron. Ahora eran los izquierdistas quienes presionaban a los radicales proponiendo, entre otras cosas, la reorganización de los servicios de administración de arbitrios13. Poco después la alcaldía volvió a manos de los republicanos de izquierdas. Esta vez en la persona de Antonio Traverso Fernández quien, a fines de septiembre, nombró primer teniente de alcalde a Ramón Dávila el 28 de septiembre14. Escasos días más estarían uno y otro en sus puestos ya que el 9 de octubre, en plena insurrección asturiana, en un pleno celebrado por orden del gobernador civil Luis Armiñán Odriozola tomó posesión la junta gestora provisional que sustituyó al ayuntamiento electo en mayo de 1931. La alcaldía recayó en el concejal radical Manuel Barroso Benítez15

La gestora tuvo una existencia complicada, con sucesivas dimisiones, nombramientos y ausencias. Fueron los meses en los que sólo la intervención de la beneficencia de Elías Ahuja proporcionó algún trabajo a un vecindario en el que el fantasma del hambre era algo más que un recurso estilístico16. El propio ayuntamiento reconocía que más de 800 de los 1000 trabajadores del pueblo estaban en paro. A comienzos de 1936 la paralización municipal era prácticamente total. El último presidente de la comisión gestora, Julio Díez Romero, tenía presentada su dimisión y le sustituía provisionalmente Francisco García Gallo. De hecho el ayuntamiento no se reunía desde el 9 de enero. La siguiente vez que lo hizo tendría lugar un mes y medio más tarde, el 24 de febrero, y sería para nombrar una nueva comisión gestora formada en base al cabildo de 1931 y teniendo en cuenta los cambios políticos producidos durante esos cinco años. Era la consecuencia del triunfo del Frente Popular que había obtenido el 78% de los votos emitidos en el pueblo17. La participación más numerosa de todas las del periodo republicano. 

Al nuevo ayuntamiento regresaron los concejales cesados en 1934, entre ellos Coca y Dávila. Fue este último el nombrado alcalde en la misma sesión18. Su primer acuerdo fue la de abrir expediente a cinco funcionarios municipales, a los que suspendió de empleo y sueldo, para el que delegó en Coca19. Aunque el ayuntamiento recobró el ritmo de sus sesiones plenarias, la evolución de los asuntos públicos marchaba por otro lado20. Si en 1931 se trataba de asentar el carácter progresista y laico del régimen, ahora era la cuestión social la que ocupaba el primer puesto. Ni las autoridades ni el propio pueblo estaban dispuestos a repetir la experiencia de cinco primaveras antes. Los sucesivos fracasos en la aplicación de las medidas reformistas habían creado frustración no sólo en el importante anarcosindicalismo local, sino también en republicanos como Dávila que eran conscientes de que no podían fallar de nuevo en una coyuntura política favorable.

Varios fueron los frentes a los que tuvo que acudir. Dos de ellos fueron el control del mercado de trabajo para la próxima cosecha y la aplicación de la legislación sobre la reforma agraria. Respecto al primero el ayuntamiento intentó evitar el abuso en la utilización de maquinaria y la contratación de trabajadores forasteros. Sobre todo de los procedentes de Málaga. Para ello recordó a los propietarios su obligación moral y legal de contratar a los obreros del pueblo en primer lugar y cumplir las bases de trabajo vigentes. Para reforzar la advertencia Dávila ordenó a la Guardia Civil que recorriera los cortijos para que comprobaran el estricto cumplimiento de la normativa21. Además, como se ha visto, llegó a acuerdos con la CNT local para compaginar las reivindicaciones laborales con la imposición de Ahuja, el único que había emprendido obras, de pagar un salario inferior al recogido en las bases. Dejando atrás los enfrentamientos del primer bienio, en esta ocasión republicanos y sindicalistas se pusieron de acuerdo para que el nuevo contrato que presentaron los albañiles cenetistas exceptuara las obras del multimillonario. 

Durante estos meses, además de los plenos, tuvieron lugar en el ayuntamiento frecuentes reuniones para elaborar las listas de los vecinos que quisieran formar parte de los asentamientos de Reforma Agraria que se estaban poniendo en marcha en fincas incautadas como las de “Gigonza”, “Fuente Rey”, “Loma del Orégano”, “El Chorreadero”, “Los Arquillos” y otras. Aunque todas ellas estaban fuera del término municipal paternero se esperaba que pudieran acoger a la práctica totalidad del censo obrero local: más de novecientos asentados22

Una vez más, las esperanzas se vieron defraudadas a pesar de las protestas ante el IRA de Dávila cuando vio que se priorizaba el asentamiento de asidonenses. En el caso de la finca llamada “Huelvacar” de nada valieron sus alegaciones de que en el término municipal de Medina existían otro centenar de fincas que podían ser expropiadas, mientras que Paterna no tenía apenas término y que, además, el cortijo en cuestión estaba a menos de dos kilómetros de su casco urbano23. También Dávila tuvo un encontronazo con las autoridades municipales jerezanas cuando envió a la Comisión de Policía Rural de Paterna a inspeccionar cortijos jerezanos en los que tradicionalmente habían trabajado los obreros del pueblo. Se había llegado a un acuerdo por el que el 25% de los contratados debían ser paterneros. No era así y lo denunció ante las autoridades24. Como también tuvo otro con varios propietarios que no quisieron pagar la contribución especial acordada para socorrer a los parados. Al negarse siquiera a acudir al ayuntamiento a discutir la situación, ordenó a la Guardia Civil, como jefe local de orden público que era, detener a varios de ellos y que se los presentaran25

El siguiente pleno que se celebró fue para que abandonara el cargo. Se trató de su cese fulminante, ordenado por el gobernador civil interino de Cádiz, Manuel Muñoz Martínez, tras el incendio de la iglesia del pueblo. La excusa era que Dávila no había tenido en cuenta las diversas circulares que le había enviado aconsejándole que tomara medidas oportunas para evitar ese tipo de actos que temía se produjeran. No era exacto pero el asalto a la parroquia se convirtió en uno de los argumentos utilizados durante largo tiempo tanto para la represión como para atacar a la propia figura de Dávila26

Lo ocurrido el viernes 24 de abril de 1936 no fue sino la manifestación extrema de una de las cuestiones más polémicas no sólo de los años de la Segunda República sino de la historia contemporánea española: el papel de la Iglesia Católica en la sociedad y, al otro lado del espejo, la reacción que ocasionaba. Hasta abril de 1931 la institución eclesial había tenido un puesto central en el control de la educación, las pautas morales que regían la vida ciudadana y la administración de los nacimientos, matrimonios y muertes. Además, la identificación del mundo clerical y los grupos propietarios era prácticamente total. La consecuencia había sido la resistencia de algunos sectores sociales a aceptar esta situación y, ahora, la legislación reformista que buscaba la efectiva separación Estado-Iglesia. Oposición y rechazo que había generado desde décadas anteriores un fuerte anticlericalismo. 

En Paterna, durante los mandatos de Coca y Dávila, se ejecutó la normativa promulgada respecto a enterramientos civiles y enseñanza religiosa en las escuelas estatales. Fue Dávila quien, en abril de 1933, tras vencer la cerrada oposición del párroco, pudo llevar a cabo la efectiva municipalización del cementerio decretada en 193227. Una tensión que fue aumentando durante los meses siguientes y que terminó con el abandono de la población del párroco28. Tras las elecciones de febrero de 1936 y el regreso de Dávila a la alcaldía, éste, siguiendo órdenes del Gobernador Civil, prohibió las procesiones de semana santa al estar declarado el estado de alarma y existir un ánimo contrario a ellas en la población. Finalmente ocurrió el asalto e incendio de la iglesia. Un hecho de origen y responsabilidad confusa en el que participó un numeroso grupo de vecinos y del que a Dávila se le acusó de pasividad y originó su cese fulminante29

Sin embargo todavía le quedaría un cuarto periodo como alcalde. Coca, su sustituto, presentaría su dimisión de forma irrevocable en un pleno celebrado el 19 de mayo y Dávila regresaría de nuevo a la alcaldía. En ella estaba cuando el 18 de julio se puso en marcha el golpe de Estado. Una preocupación que había estado en la mente de las autoridades desde febrero. Los frentepopulistas mostraron un especial interés durante su mandato por evitar ataques a los bienes eclesiásticos, como los que se habían producido en 1931, y controlar las sucesivas conspiraciones que se pusieron en marcha desde el mismo momento de su triunfo. Las actas municipales y los libros de entrada y salida de correspondencia del ayuntamiento de Paterna son muy ilustrativos en ambos sentidos. 

Dávila había procurado cumplir las órdenes gubernamentales que primaban el mantenimiento del orden público y la estrecha vigilancia de los grupos considerados pro-golpistas. Así, desde febrero envió informes, con la periodicidad que le ordenaban, a veces diaria, sobre el estado de alteración o tranquilidad de la localidad30, prohibió manifestaciones31 y huelgas, como las convocadas para el domingo 16 de marzo y la campesina de junio32, estableció un estricto control, y confiscó en su caso, sobre “las armas”33 e, incluso, pidió al Gobernador Civil la sustitución del comandante del puesto de la Guardia Civil por considerar que su actuación era “antirrepublicana”34

El 18 de julio, al conocer lo que ocurría, Ramón Dávila convocó a los concejales en el ayuntamiento y autorizó la celebración de una asamblea de la CNT35. Esa misma noche unos y otros actuaban conjuntamente36. El alcalde recordó a la Guardia Civil y a los Carabineros que sólo debían obedecer sus órdenes mientras que la CNT movilizaba a sus afiliados para ocupar las calles y enviar a los campos emisarios ordenando el regreso de los trabajadores a la población. Mientras, en Medina, el teniente de la Guardia Civil Manuel Martínez Pedré había tomado partido por la sedición. Tras controlar la población, ante las noticias que recibía de Paterna, se dirigió a ella, en compañía del teniente de carabineros José Reig de Deu, para destituir al alcalde y declarar el estado de guerra. Entró por la calle Real hacia las nueve de la noche y se dirigió hasta el ayuntamiento. Entró en él en donde le esperaba Dávila y sus concejales, el secretario municipal Federico Villagrán Galán y los más destacados anarcosindicalistas locales como Miguel Pérez Cordón, Miguel Barroso o Domingo Payés. Después dejó a Reig y veinte guardias de refuerzo en el pueblo y regresó a Medina. 

A la mañana siguiente, Reig salió al balcón para tranquilizar a los centenares de vecinos que se habían reunido ante el edificio y ordenarles que volvieran a sus casas. Después tuvo una tensa reunión en la que Dávila y sus concejales se negaron a entregarle el gobierno del pueblo aunque tampoco detuvieron al teniente. Así que, aunque estaba declarado el estado de guerra, nadie impedía que las calles siguieran llenas de vecinos que escuchaban las emisoras madrileñas, ni que los bandos fueran arrancados y las paredes pintadas con vivas a la CNT y al comunismo libertario. Por supuesto tampoco fueron detenidas las autoridades y sindicalistas, ni fueron armados los derechistas, ni nadie ordenó intervenir a la Guardia Civil y a los Carabineros. Durante varios días Reig de Deu estuvo en contacto, parlamentó y se paseó por las calles con Dávila, Villagrán y Cordón. Se vigilaban unos a otros sin que ninguno se decidiera a intervenir. Reig porque sabía que si lo hacía habría un baño de sangre y no tenía claro en donde iba a desembocar todo aquello. Munícipes y cenetistas esperaban que se clarificara la situación. 

Un equilibrio inestable que se rompió la noche del jueves 23 cuando los paterneros decidieron tomar el control de la población. ¿Cómo se produjo?, ¿qué papel tuvo Dávila? Lo desconocemos. El hecho es que el cuartel de la Guardia Civil fue cercado y tiroteado y la central de teléfonos ocupada. Aunque antes pudo dar aviso a Medina de lo que ocurría. Los golpistas organizaron una columna que entró en Paterna a sangre y fuego. Hasta catorce vecinos murieron esa noche y durante la madrugada y la mañana del día siguiente. Como la mayor parte de la población masculina del pueblo Ramón Dávila se escondió. Sabía que era uno de los principales objetivos de los sediciosos. Como en otros tantos casos, al no poder ser capturado fue su familia la que pagó las consecuencias. 

Su hijo Juan –de quien se decía que había estado entre quienes quisieron ocupar el cuartel de la Guardia Civil- estaba en casa de su novia. Temiendo por la suerte de su padre se dirigió al ayuntamiento. Allí fue apresado, torturado y asesinado junto al cementerio37. No terminó ahí su persecución. En 1941, siete años después, el Tribunal de Responsabilidades Políticas le condenó a una multa de 100 pesetas. Otro de sus hijos, Diego, se escondió en la fábrica de luz. Desde allí, con la ayuda de Catalina Silva, hermana de La Libertaria, o por sus propios medios, según la versión que se escuche, logró huir hacia Casas Viejas en donde vivía su novia. Después consiguió llegar, junto a miles de huidos de la provincia, a Ronda y tras su pérdida a Málaga. En febrero de 1937, de nuevo, tuvo que huir ocupada la capital malacitana. Se dirigió por el interior hacia las líneas republicanas. En las inmediaciones de Lanjarón murió en compañía de otro paternero, Diego Montes38. Ramón Dávila nunca volvió a hablar de ellos que fueron llorados hasta su muerte por su madre. 

Tras la ocupación de la localidad, ahora sí, Dávila fue sustituido por Reig de Deu quien, a su vez, el 31 de julio lo fue por Julio Romero Franco, el primer alcalde civil golpista. Durante el verano de 1936 la represión continuó. Bien en la forma de asesinatos, robos de propiedades, encarcelamientos, consejos de guerra y humillaciones y vejaciones públicas como las que, especialmente, sufrieron las mujeres. En lo que respecta al ayuntamiento de Paterna de los once miembros de la comisión gestora de la primavera de 1936, tres fueron asesinados (Antonio Piñero, Antonio Traverso Fernández y Francisco Coca Santos) el verano de 1936. Los otros ocho lograron huir. Dávila se ocultó, Fernando Pérez Domínguez y Diego Dávila Díaz apenas fueron molestados y los cinco restantes pasaron a zona republicana en donde permanecieron hasta 1939. De ellos uno, Manuel García González nunca regresó (*), sí lo hicieron Gonzalo Cote Jaén, Luis Pérez Ibáñez, Juan Alarcón López y Bartolomé Rosado Calderón. Todos ellos fueron detenidos y procesados. En algún caso sufrieron condenas de varios años de cárcel. 

Inauguración monumento, obra del artista alcalaíno Jesús Cuesta Arana. Fuente: “DIARIO DE CÁDIZ”, J. M. Ruiz, 30 diciembre 2011.

Ramón Dávila se lanzó al campo en dirección a Arcos. Primero se refugió en un maizal por Las Piletas. Allí permaneció, ayudado por un trabajador, hasta que marchó hacia la zona del arroyo Alquitón buscando refugio en casa de los suegros de su hijo mayor Ramón, peón caminero y de ideología completamente opuesta. Por la zona permaneció hasta que las patrullas golpistas fueron estrechando su cerco. Llegó a ser visto, aunque no reconocido. Entonces volvió a cambiar de escondite. Se trasladó más cerca de la carretera, junto a una zona de zarzas. Sin embargo el peligro continuaba acechando. Hasta el azar contaba. Un día tuvo que sumergirse en el arroyo apresuradamente al sentirse tiroteado. Él no era el objetivo. Se trataba simplemente de un grupo de realizaba prácticas de tiro. Por esta inseguridad y la proximidad del mal tiempo, su hijo Ramón lo recogió una noche y lo llevó a la casilla de camineros donde vivía. En la finca “Lagar de Misa”, en un huerto, le había preparado un escondrijo. Bajo el suelo de un gallinero de su casa, en una tinaja acondicionada, encontró refugio. Allí permanecería, realizando trabajos de su oficio y paseando por el campo, cuando consideraba el momento seguro, hasta que se entregó a la Guardia Civil. Uno más de los numerosos escondidos que poblaron ciudades y campos gaditanos durante muchos años. En este caso cinco. Hasta la mañana del 29 de octubre de 1941 cuando salió de la cuneta de la carretera de Paterna a Alcalá, en el lugar conocido como “El Bastío” y se presentó ante la pareja de guardias civiles que transitaba en ese momento39

La presentación, aunque no poseamos testimonios, tiene toda la pinta de haber sido pactada. No era un caso raro. Pasado el tiempo, una vez que se consideraba que existía una mínima seguridad de que no iba a ser asesinado, las familias de los escondidos buscaban negociar su vuelta a la sociedad. En este caso, según algunas informaciones, puede que interviniera un familiar ante Varela entonces ministro del Ejército. Ramón Dávila tenía un sobrino guardia civil, hijo de su hermano Diego, destinado en la Comandancia de Cádiz. El verano de 1936 marchó junto a Varela a Sevilla y allí permaneció durante algunos días. Puede que en aquel momento estableciera las relaciones que le permitieron hacer la gestión. Aunque también pudo ser que la intervención circulara por otros canales40. En cualquier caso el comandante del puesto de la Guardia Civil, que continuaba siendo Manuel Marín Galindo, pudo comunicar al gobernador civil que por fin había sido localizado Dávila a quien se le había estado buscado infructuosamente desde julio de 193641. Fue encarcelado en Paterna y unos días después trasladado a la cárcel de Medina. 

A partir de este momento las noticias son escasas. Los familiares con los que he contactado no poseen ningún recuerdo, ni la documentación disponible hasta ahora ofrece dato cierto sobre si fue sometido a consejo de guerra. Parece que no. Hasta ahí llegó la protección. Cuando fue puesto en libertad residió durante un tiempo en Cádiz. Aproximadamente hasta mediados de los años cincuenta. Se instaló en casa de su sobrina Catalina Dávila Prieto, hermana de Ramón, en la calle Rosario Cepeda, ejerciendo de zapatero en la de Sacramento, junto a la Torre Tavira. Después regresó a Paterna. Allí vivió en la calle Ahorcados hasta su fallecimiento el 6 de febrero de 1968. Tenía dos habitaciones, una con la banquilla para trabajar, que a la vez hacía de comedor y cuarto de estar, y en la otra tenía el dormitorio. Sólo la adornaban dos cuadros: uno del general de Gaulle y otro del médico humanista, también francés, Alexis Carrel. Hablar de sus vidas y del Quijote cervantino eran sus temas preferidos de conversación. Siempre lamentó la pérdida del ejemplar que poseía el aciago verano de 1936. 

Portada de “El filo de la espada”, julio 1932, el primer libro importante publicado por el comandante Charles de Gaulle. Fuente: lisez.com


Alexis Carrel: Fuente: Getty Images/Hulton Archive.

 El Ingeniosos Hidalgo don Quijote de la Mancha”, por Miguel de Cervantes Saavedra. Colección Biblioteca Sopena n.º 5, 1931. Quizás un ejemplar como este, o similar, releía Ramón Dávila y se perdió en los altercados de julio de 1936. Fuente: todocoleccion.com

Está enterrado en el cementerio paternero y, hoy, sus vecinos le recuerdan con el nombre de una calle junto a la carretera de Arcos.

Notas pie de página:

1. Sobre Paterna y su situación político social durante la Segunda República se pueden consultar los trabajos siguientes: ALMAGRO MONTES DE OCA, G. y MORENO CASTRO, J., “La Segunda República (1931-1936), Historia de Paterna de Rivera”. Trabajo en elaboración y MORENO, J. “Paterna se muere de hambre. La grave crisis de trabajo de 1935”, Revista El Alcaucil, Paterna, nº 39, septiembre 2004, pp. 33-40. También GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., Casas Viejas. Del crimen a la esperanza. María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón: dos vidas unidas por un ideal (1931-1939), Córdoba, Almuzara, 2008, en especial los capítulos 14 (pp. 78-86), 16 (pp. 95-103) y del 17 al 21 (pp. 104-137).

2. Sobre las sesiones municipales citadas y los temas en ellas tratadas se han utilizado, además del trabajo de Almagro Montes de Oca y Moreno Castro citado en la nota anterior, las actas de las sesiones recogidas en los Libros de Actas del 15.3.1931 al 10.7.1936. ARCHIVO MUNICIPAL DE PATERNA DE RIVERA (en adelante AMP).

3. El otro nuevo poder local fue el que tuvo la Asociación Campesina Cultural de Paterna, que en 1936 cambió de nombre por el de Asociación Campesina y de Oficios Varios, adherida a la CNT. Fundada en septiembre de 1930 y suspendida tras la insurrección de Jaca, las autoridades republicanas la volvieron a autorizar en mayo de 1931. Agrupó a la mayoría de los trabajadores del pueblo y sus militantes más destacados protagonizarían la vida social y sindical de aquellos años. Entre ellos estuvieron Miguel Pérez Cordón, Miguel Barroso Becerra, los hermanos Francisco, Juan y Miguel Caballero Torrejón y Martín Menacho Díaz entre otros. Sobre ella se puede consultar GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., Op. Cit.

4. Los datos biográficos familiares de Ramón Dávila me han sido facilitados generosamente por Juan Gallo González, sobrino con el que tuvo un cordial contacto, procedentes de su texto “Ramón Dávila Díaz. El último alcalde republicano de Paterna de Rivera (Cádiz)”, manuscrito [2010] y Fernando Dávila Rosado a través del contacto epistolar mantenido. También quiero expresar mi reconocimiento a la ayuda de Juan Moreno, siempre dispuesto a echar una mano y no al cuello precisamente. Además de los seis hijos vivos, nació Marina que murió muy pequeña.

5. Izquierda Republicana se creó en Paterna en julio de 1934 y fijó su sede en la entonces calle Rodrigo Soriano (calle Sol). Clausurada tras los sucesos de octubre de 1934 reanudó su actividad en julio de 1935 ahora en la calle Pi y Margal 19 (calle Licenciado Julio Díez). El presidente del comité local era Dávila y el vice-presidente Francisco Coca. También pertenecían a su directiva Juan Dávila Barrio (secretario), Antonio Traverso Fernández (tesorero) y los concejales Manuel García González y Gonzalo Cote Jaén entre los vocales. Libro de entrada y salida de correspondencia, 16.7.1935, AMP.

6. Ramón Dávila Díaz, “Los problemas de Paterna de Rivera”, Acción Republicana, Cádiz, nº 6, septiembre 1932.

7. Los periodos de alcaldía de Ramón Dávila fueron del 2 de mayo al 30 de septiembre de 1932; del 9 de enero de 1933 al 5 de enero de 1934; del 24 de febrero de 1936 al 24 de abril de 1936 y del 19 de mayo al 23 de julio de 1936.

8. Para la intervención de Ahuja en Paterna se puede consultar MORENO CASTRO, J., “La beneficencia particular de Elías Ahuja en Paterna”, Revista Alcaucil, Paterna, nº 40, febrero del 2005, pp. 31-36. También GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., Op.Cit. Sobre la actividad el filántropo existe una rica correspondencia con el secretario municipal Federico Villagrán Galán, el encargado de la contabilidad de las obras en AMPR.

9. Desde la promulgación de dicha ley el ayuntamiento paternero expresó su preocupación por las consecuencias que tendría en la población. Acta del Pleno Municipal de 2 de mayo de 1931 (AMP). Una queja en febrero de 1932 (Acta de 12.2.1932) en la petición de Dávila al ministro de la Gobernación para que enviara urgentemente el presupuesto aprobado en diciembre para dar trabajo a los 350 obreros en paro tras la aplicación del citado decreto. La petición de agregación del término paternero, a los efectos de colocación obrera, al jerezano en el pleno de 23 de septiembre de 1931. También solicitó Dávila en marzo de 1932 (Acta del día 16) la consideración de toda la provincia como un único término.

10. Fue un pleno convocado expresamente para “adherirse moral y materialmente a la conducta del gobierno en la intentona monárquica fracasada”. Acta de 12.8.1932. AMP. Otras fueron respecto a la separación Estado-Iglesia (8.7.1931), enterramientos civiles (15.7.1931), adhesión al proyecto de autonomía andaluza (15.7.1931), apoyo de la campaña anticlerical de los diputados Barriobero y Tapia (14.10.1931), cumplimiento de las normas de enseñanza religiosa en escuelas (31.10.1931) e incautación del cementerio (4.4.1933).

11. Los libros de actas de estos meses están llenos de acuerdos, solicitudes, propuestas, demandas y todo tipo de iniciativas destinadas a intentar menguar el cada vez más alto paro obrero de la localidad. Así el ayuntamiento procedió a realizar “socorros de pan y dinero”, “por no haber quedado otro recurso” los días 3.2.1933, 29 y 30.3.1933. Celebró reuniones con los labradores jerezanos para colocar a obreros paterneros. Como la efectuada el 24.3.1933. También solicitó préstamos a vecinos pudientes. Fue el caso de las 1500 pesetas que pidió el 31.3.1933 a Alonso Orellana Puerto y Francisco Carrasco Gómez. Protestó ante el IRA por no cumplir sus obligaciones en la finca “La Parrilla” incautada a su propietario, Ángel García Riquelme, con motivo de su implicación en la sanjurjada. Le había autorizado a continuar realizando faenas y con personal forastero. También apoyó las peticiones de arriendo colectivos de tierras. Como la solicitada por José Barea Lobatón y un grupo de pegujaleros para alquilar un cortijo en Medina o Jerez. También varias fueron las entrevistas que realizó, o solicitó, Dávila con las autoridades provinciales con el fin de presentarles la explosiva situación del pueblo y buscar paliativos. Entre ellas las del 15 y 23.9.1933. Libros de Actas de esas fechas, AMP.

12. Pleno municipal de 5.1.1934. Libro de Actas, AMP

13. En plenos de 1 y 6.6.1934. Libros de Actas, AMP.

14. Traverso fue nombrado alcalde el 6.6.1934. La elección como primer teniente de alcalde de Ramón Dávila fue el 28 de septiembre. En Libros de Actas de esas fechas, AMP.

15. Luis Armiñán Odriozola envió el 6 de octubre un telegrama ordenando el cese y sustitución de los concejales de Izquierda Republicana, entre ellos Dávila. La sesión de constitución del nuevo ayuntamiento tuvo lugar la tarde el 9 de octubre. Libros de Actas, 9.10.1934, AMP. Armiñán fue el ejecutor de la política derechista en la provincia entre 1934 y 1936. En enero de 1935, un pleno extraordinario acordó adherirse a la petición de que la Diputación le nombrara hijo adoptivo de la provincia (Libro de Actas, sesión extraordinaria 19.1.1933, AMPR). Tras la victoria del Frente Popular, el 4 de mayo de 1936, el ayuntamiento, entonces presidido por Francisco Coca, decidió secundar la propuesta del de Cádiz para que le fuera retirado esa distinción. Sobre Armiñán y el periodo en que fue gobernador se puede consultar PETTENGUI LACHAMBRE, J., Detrás del silencio. El trágico destino de los gobernadores civiles de Cádiz (1931-1936), Cádiz, Artepick, 2009, pp. 166-183.

16. Fueron numerosas las ocasiones en las que el ayuntamiento paternero agradeció a Ahuja su intervención que, a pesar de las condiciones en las que se realizó, proporcionó trabajo a numerosos vecinos. En mayo de 1935 se propuso que se la diera su nombre a una calle y solicitar la concesión de la Gran Cruz de Beneficencia (Sesión de 22.5.1935, Libro de Acta, AMP). Así se hizo por acuerdo de 4.2.1936 con la calle San José que cambió su nombre. El apoyo municipal a Ahuja continuó durante el ayuntamiento presidido por Dávila en 1936. Así intervino para que la CNT local aceptara que en las bases de trabajo de la construcción constara una excepción para las obras de Ahuja que se pagarían a un precio inferior. El ayuntamiento, en sesión, mostró su satisfacción. Sesión 15.6.1936, Libro de Actas, AMP. Tras su toma de posesión en febrero de 1936 Dávila envió un telegrama a Ahuja poniéndose a su disposición y agradeciéndole la labor que realizaba. Libro Registro Salida de Correspondencia, 20.2.1936, AMP.

17. ALMAGRO MONTES DE OCA, G. y MORENO CASTRO, J., “La Segunda República (1931-1936), Historia de Paterna de Rivera”. Trabajo en elaboración.

18. El 24 de febrero se reunió el ayuntamiento bajo la presidencia del delegado del gobernador civil Hermenegildo Peláez Pelayo quien portaba los nombramientos designados por la máxima autoridad gubernativa provincial. Tras tomar posesión Dávila fue elegido alcalde, Coca primer teniente de alcalde y Piñero segundo. Sesión 24.2.1936, Libros de Actas, AMP.

19. Sesión 2.3.1936, Libros de Actas AMP. El expediente terminó con la expulsión definitiva de dos de ellos, Sebastián Barroso Benítez y Francisco Torres Barrios, el administrador y su auxiliar del servicio de exacciones. Libro de Actas, 24.4.1936. AMP.

20. Hasta el 10 de julio, fecha en que celebró su última sesión antes del golpe de Estado, los concejales paterneros, bajo la presidencia de Dávila, se reunieron al menos dos veces al mes: 2 y 18 de marzo, 1 y 24 de abril, 4,15 y 19 de mayo, 3 y 15 de junio y 10 de julio. Libros de Actas AMP.

21. ALMAGRO MONTES DE OCA, G. y MORENO CASTRO, J., “La Segunda República (1931-1936), Historia de Paterna de Rivera”. Trabajo en elaboración.

22. Instancias enviadas al Director General del IRA el 14 y 16.3.1936, Libro registro de salida de correspondencia, 14 y 16.3.1936, AMP.

23. Instancias enviadas al director e ingeniero del IRA el 7.4.1936, Libro registro de salida de correspondencia, AMP.

24. Telegrama enviado al Presidente del Consejo de Ministros, 12.3.1936. Libro registro de salida de correspondencia, AMP.

25. Oficio al Comandante del Puesto de la Guardia Civil de Paterna, 22 y 24.3.1936, Libro registro salida de correspondencia, AMP. Los propietarios a los que ordenó detener Dávila por negarse a prestar socorro fueron Juan Macías Abalos, Vicente Diosdado de la Corte y Salvador Chacón Parra.

26. Sobre el asalto a la parroquia de Nuestra Señora de la Inhiesta se puede consultar también GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., el capítulo 17, “Los sucesos anticlericales de abril de 1936”, pp. 110-116.

27. La incautación del cementerio se realizó el viernes 21 de abril de 1933 tras adoptar el ayuntamiento presidido por Dávila el acuerdo el 4 de abril. La hicieron efectiva Francisco Coca y Antonio Traverso. Ambos serían asesinados en 1936(*). Así como el albañil, Julián Galvín Candón a quien se le ordenó quitar la cruz que presidía la entrada del camposanto.

28. El párroco de Paterna fue la mayor parte de los años republicanos Manuel Barberá Saborido (marzo de 1931-julio de 1935) que adoptó una beligerante actitud frente a la política secularizadora municipal. Así se opuso y retrasó cuanto pudo la municipalización del cementerio y terminó enfrentado con una importante parte del pueblo. Finalmente fue sustituido por el obispo y abandonó el pueblo. Barberá, capitán del Requeté tras el golpe de Estado escribió en diversas ocasiones sobre estos hechos. En una de ellas (“Paterna y la Soledad”, La Información, Cádiz, 4.3.1937) se refirió a la quema de la iglesia que supuso también la destrucción de las habitaciones en donde había vivido con la pérdida de gran parte de sus pertenencias. En él responsabilizaba de lo sucedido a una persona que llamaba “Quijada de plata”. En el libro Casas Viejas. Del crimen a la esperanza. María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón: dos vidas unidas por un ideal (1931-1939), Córdoba, Almuzara, 2008, p. 115, escribí que desconocía a quien se refería. Ahora, tras la publicación del trabajo de Fernando Sígler sobre la personalidad del dirigente republicano gaditano Manuel Muñoz Martínez (*) se puede afirmar que era a él a quien señalaba el cura. Dice Sígler que “Quijada de plata” era el calificativo despectivo con el que los golpistas intentaban denigrar la figura del diputado asegurando que la herida en la mandíbula que había sufrido en noviembre de 1916 en Dar-Riffi en, el campamento próximo a Ceuta, no lo había sido en una emboscada sino en el transcurso de una pelea producto de una borrachera. En el hospital ceutí, durante la visita de una Infanta, ésta le ofreció una mandíbula de plata. La historia fue recogida por el escritor sevillano Aquilino Duque en su obra, medio novela medio ficción, Mano en candela (Valencia, Pre-Textos, 2002). En Fernando Sígler Silvera, Cautivo de la Gestapo. Legado y tragedia del dirigente republicano y masón gaditano Manuel Muñoz Martínez, Granada, pp. 17 y 197 (nota 2), Asociación Papeles de Historia- Diputación de Cádiz, 2010.

29. Que Dávila no había obedecido las órdenes no era exacto. Otra cosa es que pensara que fuera peor intervenir. En los libros de entrada y salida de correspondencia tenemos registrado el intercambio de telegramas y oficios con el Gobierno Civil sobre esta cuestión. Desde la aplicación del estado de alarma decretado el 17 de febrero hasta el cumplimiento de las órdenes para que se extremara la vigilancia sobre los edificios públicos y religiosos. Eso fue lo que hizo Dávila comunicándoselo a los comandantes de los puestos de la Guardia Civil y Carabineros justo los días anteriores al asalto. Una medida que se completó con la recogida de escopetas ordenada también por el gobernador. En Libro registro de entrada de correspondencia de 18 y 21.4.1936 y Libro registro de salida de correspondencia de 15 y 18.4.1936, AMP. Precisamente durante los sucesos el ayuntamiento celebraba una sesión extraordinaria para tratar el expediente abierto a cinco funcionarios (ver nota 19) y en el acta de la reunión consta una salida imprevista del salón de plenos de Dávila. ¿Estuvo relacionada con el asalto? Seguramente sí.

30. En especial los días anteriores a la convocatoria de manifestaciones campesinas para el domingo 16 de marzo. Libro registro de entrada de correspondencia 11.3.1936, AMP.

31. La manifestación del domingo 16 de marzo había sido convocada a nivel nacional por la Federación Española de Trabajadores de la Tierra de la UGT. En Paterna no existía sección ugetista pero Izquierda Republicana, en colaboración con la CNT local había convocado un mitin, el sábado 15 para tratar la cuestión y convocar además huelga. De hecho Dávila acusó recibo el día 20 a la Guardia Civil de haber recibido su notificación sobre las tres detenciones que se produjeron ese día. La orden del gobernador civil prohibiendo la manifestación en Libro Registro entrada correspondencia de 15.3.1936. La notificación de la celebración de la asamblea al Gobierno Civil en Libro registro de salida de correspondencia de 15.3.1936. El acuse de recibo de las detenciones en el mismo libro en fecha 20. 3.1936. AMP. Sobre el alcance nacional de esta manifestación y la actuación de la federación campesina de la UGT en esos meses se puede consultar ESPINOSA MAESTRE, F., La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (marzo-julio 1936), Barcelona, Crítica, 2007.

32. La huelga campesina de junio de 1932, por las bases de la recolección, no tuvo repercusión en Paterna. Sin embargo tres trabajadores jerezanos fueron detenidos en su término. El Gobernador había declarado la huelga ilegal y ordenado a los alcaldes que si se declaraba en su población procedieran a la detención de la directiva de la sociedad y clausura de su local. Libro registro entrada correspondencia 17.6.1936, AMP.

33. El control de los poseedores de armas y la recogida de escopetas se produjo durante el mes de abril. Libros registro de entrada y salida de correspondencia de 18.4.1936, AMP.

34. El comandante del puesto de la Guardia Civil de Paterna era el cabo Manuel García Rodríguez, uno de los guardias supervivientes del puesto de Casas Viejas en enero de 1933. Había sido quien tuvo el incidente con María Silva cuando le quiso quitar el pañuelo rojo y negro que llevaba en el paseo de la Alameda. Coca pidió su sustitución el 2 de mayo. Que le fue concedida. El 16 llegaba Manuel Marín Galindo (*) para sustituirle. En Libro registro de entrada de correspondencia 2 y 16.5.1936, AMP.

35. El sindicato cenetista solicitó autorización al ayuntamiento para celebrar una asamblea general extraordinaria al día siguiente las 20,30 en su sede de la calle Cuna 3. En ella se decidió oponerse por todos los medios al movimiento “monárquico fascista”. En Libros registro de entrada y salida de correspondencia de 18.7.1936, AMP.

36. Un relato detallado de estos días en Paterna en GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., Op. Cit.

37. Sobre la muerte de Juan Dávila existe otra versión por la que fue asesinado en la misma puerta de la iglesia ya que se decía que había participado en el asalto. Es la que recogí en GUTIÉRREZ MOLINA, J. L., Op. Cit., p. 127. Que lo fue en el cementerio procede de GALLO GONZÁLEZ, JUAN, “Ramón Dávila Díaz. El último alcalde republicano de Paterna de Rivera (Cádiz)”, manuscrito

38. Sobre la muerte de Diego Dávila aprovecho la ocasión para corregir lo que escribí en Casas Viejas. Del crimen a la esperanza. María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón: dos vidas unidas por un ideal (1931-1939), p. 159 en la que decía que había muerto en Málaga. La versión que aquí cito es de GALLO GONZÁLEZ, J., Op. Cit. [2010].

39. El atestado de la presentación de Dávila ante la Guardia Civil en ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁDIZ (a partir de ahora AHPC), Serie Gobierno Civil, Orden Público, Legajo 2307 (2/19).

40. Debo la información sobre Ramón Dávila Prieto a la amabilidad del señor José Manuel Sánchez Gey (entrevista realizada en Cádiz, 31.12.2010). Sánchez Gey y Dávila Prieto eran cuñados ya que estaban casados con las hermanas Juana y Antonia Venegas Espada respectivamente. La carrera profesional del guardia quedó cortada ese mismo verano cuando dos de sus hermanos, Antonio y Rafael, fueron detenidos en Paterna acusados de intentar ayudar a su tío huido. Ramón, Rafael y Antonio Dávila Prieto eran hijos de Diego Dávila Díaz, hermano de Ramón y propietario de un bar en la calle Real. Los dos últimos fueron acusados de intentar llevar a su tío dinero al escondite en el que se encontraba. Finalmente todo quedó en que a quien llevaban el dinero era a su padre que, aunque gestor del ayuntamiento frentepopulista, no fue detenido ni encarcelado. Como otros tantos vecinos había abandonado el pueblo y refugiado en el rancho de Bartolomé Rosado Calderón, otro de los gestores que no tuvo especial significación. Allí era a donde le llevaba su hijo Antonio el dinero aunque, en un primer momento dijera que no sabía donde estaba su padre. La instrucción fue finalmente archivada y los dos hermanos puestos en libertad en enero de 1937. En Causa instruida para esclarecer la conducta observada en Paterna de Rivera por el cabo del Regimiento de Infantería Cádiz nº 33 Rafael Dávila Prieto y su hermano Antonio, En ATTMS Causa 333/36 Legajo 100/2668.

41. En AHPC, Serie Gobierno Civil, Orden Público, Legajo 2307 (2/19).


(*) Coca lo sería el 5 de marzo de 1937, en Málaga.

(*) Manuel Barberá Saborido y Manuel Muñoz Martínez eran chiclaneros de nacimiento.

(*) Este cabo, Manuel Marín Galindo, fue el que a la postre dio la puntilla a Coca, en febrero de 1937, cuando envió un telegrama al Juez Instructor del Proceso Sumarísimo de Urgencia, que se le incoaba en Málaga, en febrero de 1937, con el siguiente texto: “… INDIVIDUO SE REFIERE SU TELEGRAMA AYER FRANCISCO BOCAS (sic, Coca) SANTOS ES CONCEJAL ESTE AYUNTAMIENTO FRENTE POPULAR ES DE PÉSIMA CONDUCTA Y DE ANTECEDENTES FIGURA COMO PELIGROSO”. En aquellas circunstancias, esto significaba su pena de muerte, como así ocurrió el 5 de marzo de 1937, siendo asesinado en las paredes del cementerio de San Rafael, ante un pelotón de la Guardia Civil.

(*) Manuel García González sí regreso de su exilio en Francia, y rehizo su vida en Paterna hasta su muerte, según afirmaciones de su hija, con quién vivió sus últimos años, Catalina García Pantoja.


Bibliografía:

* ALMAGRO MONTES DE OCA, GABRIEL; MORENO CASTRO, JUAN. La Segunda República (1931-1936), Historia de Paterna de Rivera. Trabajo en elaboración.

* DÁVILA DÍAZ, RAMÓN. “Los problemas de Paterna de Rivera”. Acción Republicana, 1932, núm. 6.

* ESPINOSA MAESTRE, FRANCISCO. La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (marzo-julio 1936), Barcelona, Crítica, 2007.

* GALLO GONZÁLEZ, JUAN. RAMÓN DÁVILA DÍAZ. (2010), El último alcalde republicano de Paterna de rivera (Cádiz) [manuscrito].

* GUTIÉRREZ MOLINA, JOSÉ LUIS. Casas Viejas. Del crimen a la esperanza. María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón: dos vidas unidas por un ideal (1931- 1939), Córdoba, Almuzara, 2008.

* PETTENGHI LACHAMBRE, JOSÉ. Detrás del silencio. El trágico destino de los gobernadores civiles de Cádiz (1931-1936), Cádiz, Artepick, 2009.

* SÍGLER SILVERA, FERNANDO. Cautivo de la Gestapo. Legado y tragedia del dirigente republicano y masón gaditano Manuel Muñoz Martínez. Asociación Papeles de Historia- Diputación de Cádiz, 2010.

Archivos:

ARCHIVO MUNICIPAL DE PATERNA DE RIVERA

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁDIZ

ARCHIVO DEL TRIBUNAL TERRITORIAL MILITAR DE SEVILLA .


Fuente: Ramón Dávila Díaz. Alcalde de Paterna de Rivera (1931-1936)”. José Luis Gutiérrez Molina. “La destrucción de la Democracia. Vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz. Vol. 2, pp. 113-133, Santiago Moreno Tello (Ed.), 2012.

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